lunes, 23 de abril de 2012

HUMUS DE LOMBRIZ


    Humus, materia orgánica en descomposición que se encuentra en el suelo y procede de restos vegetales y animales muertos. Al inicio de la descomposición, parte del carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno se disipan rápidamente en forma de agua, dióxido de carbono, metano y amoníaco, pero los demás componentes se descomponen lentamente y permanecen en forma de humus. La composición química del humus varía porque depende de la acción de organismos vivos del suelo, como bacterias, protozoos, hongos y ciertos tipos de escarabajos, pero casi siempre contiene cantidades variables de proteínas y ciertos ácidos urónicos combinados con ligninas y sus derivados. El humus es una materia homogénea, amorfa, de color oscuro e inodora. Los productos finales de la descomposición del humus son sales minerales, dióxido de carbono y amoníaco. 


    Al descomponerse en humus, los residuos vegetales se convierten en formas estables que se almacenan en el suelo y pueden ser utilizados como alimento por las plantas. La cantidad de humus afecta también a las propiedades físicas del suelo tan importantes como su estructura, color, textura y capacidad de retención de la humedad. El desarrollo ideal de los cultivos, por ejemplo, depende en gran medida del contenido en humus del suelo. En las zonas de cultivo, el humus se agota por la sucesión de cosechas, y el equilibrio orgánico se restaura añadiendo humus al suelo en forma de compost o estiércol.
Se llama HUMUS a la materia orgánica degradada a su último estado de descomposición por efecto de microorganismos. En consecuencia, se encuentra químicamente estabilizada como coloide; el que regula la dinámica de la nutrición vegetal en el suelo. Esto puede ocurrir en forma natural a través de los años o en un lapso de horas, tiempo que demora la lombriz en "digerir" lo que come.
    El HUMUS se obtiene luego de un proceso, cercano a un año, en que la lombriz recicla a través de su tracto intestinal la materia orgánica, comida y defecada, por otras lombrices.
Hay que resaltar que un alto porcentaje de los componentes químicos del humus son proporcionados, no por el proceso digestivo de las lombrices, sino por la actividad microbiana que se lleva a cabo durante el periodo de reposo que éste tiene dentro del lecho. Por ejemplo, el 50% del total de los ácidos húmicos que contiene el humus, son proporcionados durante el proceso digestivo y el 50% restante durante el período de reposo o maduración.
    Cuando la cosecha del lecho es prematura , se obtendrá VERMICOMPOST o WORM CASTINGS, que todavia NO es HUMUS.
Para poder determinar que el producto que estamos cosechando es de buena calidad, tendremos en cuenta entre otras cosas parámetros como:
  •  Ph neutro, en un rango entre 6.7 a 7.3
  •  Contenidos de materia orgánica superiores a 28%
  •  Nivel de nitrógeno superior a 2%
  •  Relación C/N en un rango entre 9 y 13
  •  Contenidos de cenizas no superiores a 27%
    Un alto contenido de cenizas nos permite concluir que el manejo del proceso no ha sido el adecuado y que ha habido mucha contaminación con tierra. Lo que queremos es mejorar el suelo y no aumentar su volumen
    El HUMUS de lombriz además de ser un excelente fertilizante, es un mejorador de las características físico-químicas del suelo, es de color café obscuro a negruzco, granulado e inodoro.
Las características más importantes del HUMUS de lombriz son:
  • Alto porcentaje de ácidos húmicos y fúlvicos. Su acción combinada permite una entrega inmediata de nutrientes asimilables y un efecto regulador de la nutrición, cuya actividad residual en el suelo llega hasta cinco años.
  • Alta carga microbiana (40 mil millones por gramo seco) que restaura la actividad biológica del suelo.
  • Opera en el suelo mejorando la estructura, haciéndolo más permeable al agua y al aire, aumentando la retención de agua y la capacidad de almacenar y liberar los nutrientes requeridos por las plantas en forma sana y equilibrada.
  • Es un fertilizante bioorgánico activo, emana en el terreno una acción biodinámica y mejora las características organolépticas de las plantas, flores y frutos.
  • Su pH es neutro y se puede aplicar en cualquier dosis sin ningún riesgo de quemar las plantas. La química del HUMUS de lombriz es tan equilibrada y armoniosa que nos permite colocar una semilla directamente en él sin ningún riesgo

    El HUMUS es un producto con altas posibilidades de comercialización en el mundo entero, pero su CALIDAD es un factor importante para obtener los mejores precios del mercado; los que pueden fluctuar desde 100 a 250 dólares la tonelada, dependiendo del mercado y de la relación oferta-demanda del mismo.

USOS DEL SUELO EN COLOMBIA


Colombia se encuentra dividido de acuerdo a las características de su territorio en seis regiones: Caribe, Insular, Pacífico, Orinoquía, Amazonía y Andina.
Los suelos de la Región Caribe: pese a que se trata de una planicie, se presentan algunas diferencias en sus paisajes que originan diversos tipos de suelos. En la Península de la Guajira se encuentran suelos de clima seco, superficiales y afectados por la presencia de sales. En las partes bajas de lo valles de los ríos hay suelos influenciados por inundaciones permanentes. En las partes altas de los valles de los ríos los suelos son fértiles y bien drenados. Cerca de los ríos San Jorge, Magdalena y Cesar los suelos son de baja productividad debido al bajo contenido de nutrientes y de la presencia de sales. En algunos sectores del departamento del Atlántico los suelos son arenosos y con fertilidad deficiente y en los sectores cercanos a las playas y algunas zonas del centro los suelo son salinos.

Los principales usos del suelo de la región caribe son: ganadería, turismo, cultivos, minería y conservación.
Los suelos de la Región Insular: las islas tienen diferentes orígenes y de acuerdo con el clima y el material que las formó así es su suelo. En la Isla de San Andrés la mayoría de sus suelos son fértiles y bien drenados con excepción de las playas y suelos inundados a la orilla del mar ocupados por manglares. En las Islas de Providencia y Santa Catalina algunos de sus suelos son fértiles y otros muy superficiales. En la Isla de Malpelo prácticamente no hay suelo pues está constituida por afloramientos rocosos.
Los principales usos del suelo de la región insular son: turismo, comercio, pesca, ganadería y agricultura.
Los suelos de la Región del Pacífico: los suelos del Pacifico tienen características derivadas de su clima y paisaje. Predominan los suelos ácidos y poco evolucionados; no obstante hay dos sectores de clima menos lluvioso en donde hay zonas fértiles aptas para cultivos (de los ríos Mira y Patia) y la segunda en el Darién Chocoano.
Los principales usos del suelo de la región del Pacífico son: conservación de bosques naturales, ganadería, agricultura.
Los suelos de la Región de la Orinoquía: en esta región se presentan los suelos más viejos del país y predomina el ecosistema de sabana tropical que se caracteriza por presentar dos estaciones climáticas en el año muy definidas, una seca y una húmeda, su vegetación es menos abundante que en la selva. El río Meta la divide en la Altillanura y la Orinoquía Inundable. Los suelos de la Altillanura son los más viejos y los de la Orinoquía Inundable se han desarrollado influenciados por la humedad y son menos evolucionados, por lo anterior tienen acidez alta y suelos de baja fertilidad.
Los principales usos del suelo de la región de la Orinoquía son: ganadería, extracción de petróleo, explotación agrícola; también hay suelos de Conservación en los PNN Macarena y El Tuparro.
Los suelos de la Región de la Amazonía: pese a ser una región cubierta por vegetación tupida y abundante presenta suelos viejos aunque en menor grado comparados con los de la Orinoquía. Sus tierras son de baja fertilidad que es una característica en la mayor parte del territorio. Es normal la presencia de suelos que se inundan en zonas bajas como en los valles, también existen algunos suelos con buena infiltración y que no son objeto de inundaciones, debido a que se localizan en colinas y altiplanicies onduladas.

Los principales usos del suelo de la región de la Amazonía son: extracción de madera de bosque natural, agricultura para el autoconsumo, extracción de minerales; por su riqueza natural se han declarado zonas de reserva como los PNN Chiribiquete, Cahuinarí, Amacayacu, Tinigua, La Paya, Río Puré, Indi Wasi, y las Reservas Nacionales Naturales Puinawuai y Nukak.
Los suelos de la Región Andina: es una región de climas variados, constituida por paisajes de montaña, lomerío, piedemonte, altiplanicie y valle; se presentan diversidad de suelos que en su mayoría son jóvenes, con buena fertilidad y con acidez ligera a media.
Existen zonas donde los suelos se han formado bajo la influencia de cenizas volcánicas, con mucha profundidad y de fertilidad media que se encuentran en Risaralda, Quindío y Caldas. En los paisajes de valle como los de los ríos Cauca y Magdalena los suelos tienden a ser neutros que les proporcionan bastante fertilidad, por lo que es una zona de gran producción agropecuaria.
En las montañas a cualquier altura existen sectores muy quebrados donde los suelos son muy superficiales y presentan afloramientos rocosos, hay riesgos de erosión y remoción en masa.
Los principales usos del suelo de la región Andina son: agricultura, ganadería, industria, turismo y minería

CAFE DE COLOMBIA


El café (coffea) de Colombia es una Indicación Geográfica Protegida, la cual fue reconocida en forma oficial por la Unión Europea el 27 de septiembre de 2007. Dicha denominación se le otorga al café 100% arábigo (coffea arabica) producido en las regiones cafeteras de Colombia, delimitadas entre la latitud Norte 1° a 11°15, longitud Oeste 72° a 78° y rangos específicos de altitud que pueden superar los 2.000 metros sobre el nivel del mar. El término café de Colombia también es una marca de certificación registrada en Estados Unidos el 7 de julio de 1981, y en Canadá el 6 de julio de 1990. Así mismo, está reconocido como Denominación de Origen Protegida en otros países del mundo, como Ecuador, Bolivia  y Perú.
A nivel mundial, Colombia es el tercer país productor de café y el mayor productor de café suave en el mundo. Los principales países importadores del café de Colombia son Estados Unidos, Alemania, Japón, Países Bajos y Suecia.
Existen varias versiones relacionadas con la llegada del café a Colombia. Algunos indicios históricos señalan que los Jesuitas trajeron el grano a la Nueva Granada hacia 1730. Por otro lado dicen que este producto arribó gracias a un viajero que venía de las Guayanas a través de Venezuela.

El más antiguo testimonio escrito acerca del cafeto en Colombia se le atribuye al sacerdote jesuita José Gumilla, quién en su libro El Orinoco Ilustrado (1730) registró la presencia del producto en la misión de Santa Teresa de Tabajé, llevada a cabo en cercanías a la desembocadura del río Meta en la Orinoquía.
El segundo testimonio escrito fue elaborado por el arzobispo-virrey Caballero y Góngora (1787), quién en su informe a las autoridades españolas registró su cultivo en regiones cercanas a Girón (Santader) y Muzo (Boyacá).
Desde 1835 se comenzó a cultivar comercialmente el grano de café en Colombia en Salazar de las Palmas, Norte de Santander. Gran parte del incentivo a la producción se le atribuye a Francisco Romero, sacerdote de la época que imponía a los feligreses de la población, durante la confesión, la penitencia de sembrar café. Esto fue un gran impulso para la propagación del cultivo del grano en esa zona del país. Con estas semillas se logró una posterior expansión y presencia del cultivo en departamentos como Santander, Norte de Santander, Cundinamarca, Antioquia, el Centro del país y posteriormente en el sur.
Durante el siglo XX fue el producto primordial dentro de las actividades comerciales colombianas, registrando exportaciones de hasta 2.560 sacos. En 1999 representó un 3,7% del producto interno bruto nacional y un 37% del empleo agrícola. Los principales departamentos productores de café son: Nariño, Norte de Santander, Antioquia, Valle del Cauca, y Cundinamarca, Huila, Tolima, Caldas, Risaralda, Quindío, conociendo los tres últimos como el Eje Cafetero.
La consolidación del café como producto de exportación en Colombia sólo se dio a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La expansión que tuvo la economía mundial en ese período hizo que los hacendados colombianos del oriente del país encontraran oportunidades atractivas en el mercado internacional. Pasado el tiempo, Norteamérica iba consolidándose como el consumidor más importante de café en el mundo. Así mismo, Alemania y Francia se convertían en los mercados más interesantes de Europa.
Años más tarde, en la transición del siglo XIX al XX, se registró una caída de los precios en el mercado internacional repercutiendo en la rentabilidad y economía de las grandes haciendas. Sumado a esto, el desencadenamiento de la Guerra de los Mil Días, imposibilitó una adecuada manutención de las plantaciones; hecho que termina por arruinar los cultivos dejando endeudados en el exterior a los hacendados del país, quienes entraron en crisis con sus fincas en los diferentes departamentos cafeteros de aquel entonces.

Esta crisis de las grandes haciendas produjo uno de los cambios más significativos en la caficultura colombiana. Desde 1875 se había comenzado a ampliar el número de pequeños cafeteros en Santander, Antioquia y en la zona del denominado Viejo Caldas. En la primera década del siglo XX se había logrado consolidar un novedoso modelo de desarrollo exportador cafetero impulsado por la colonización de nuevas tierras, principalmente, en los departamentos de Antioquia, Caldas, Valle del Cauca y Tolima. Esto, además de la crisis de las grandes haciendas, hizo que a principios del siglo XX el centro-occidente colombiano tomara la delantera con respecto al desarrollo cafetero del país.

Esto resultó favorable para los propietarios de pequeñas parcelas que apenas incursionaban en el sector. El cultivo del café se convirtió en una opción muy atractiva para los campesinos, en la medida que ofrecía la posibilidad de hacer uso permanente e intensivo de la tierra, puesto que permitía alternar los cafetos con otros cultivos de pan coger, básicos para la subsistencia. Se forjó entonces una economía campesina de pequeños propietarios rurales que optimizan su mano de obra familiar y que aún hoy subsisten. En el período comprendido entre 1905 y 1935 la industria del café en Colombia creció de una forma dinámica. La creación de la Federación Nacional de Cafeteros en 1927 permitió a los productores establecer un mecanismo de diálogo con el gobierno y el impulso de políticas para el desarrollo del sector. La unión de campesinos y pequeños productores en torno a la Federación les permitió afrontar retos comunes de logística y comercialización desde ese entonces.
Con el tiempo, y a través del Centro Nacional de Investigaciones de Café - Cenicafé fundado en 1938, y del Servicio de Extensión Rural de los Comités Departamentales de Cafeteros se han desarrollado sistemas de cultivo y de trazabilidad permitiendo diferenciar el producto y garantizar su calidad. Actualmente el Café de Colombia se produce en todas las cordilleras y zonas montañosas del país, generando ingresos a más de 500.000 familias productoras del grano.
En 2005 el gobierno de Colombia reconoció el estatus de Denominación de Origen al producto. En Junio del mismo año se presentó la solicitud de Indicación Geográfica Protegida ante la Unión Europea para el Café de Colombia. Dicho reconocimiento fue otorgado en septiembre de 2007.

HORTALIZAS EN COLOMBIA


Se cultivan aproximadamente 42 especies, en los diferentes pisos térmicos del país. En 2004 se sembraron 119.500 hectáreas y se obtuvo una producción de 1.350.000 toneladas. Las hortalizas más cultivadas corresponden a arveja, tomate, cebolla de bulbo, cebolla junca, arracacha, zanahoria, cilantro, habichuela, zapallo y repollo que concentran el 85% del área sembrada.

El consumo de hortalizas en Colombia es de aproximadamente 38 kg/persona/ año, cifra que está muy distante del consumo mínimo, 146,0 kg / persona/año, recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Existe un déficit de 108 kg/persona/año.

La balanza comercial de la cadena hortícola colombiana, durante el periodo 2002 – 2005, presentó un déficit promedio anual de US $ 10.0 millones. En 2005, el país exportó e importó hortalizas, en fresco y procesadas, por un valor de US$ 8,3 millones y US$ 10.2 millones, respectivamente.

La producción de hortalizas en Colombia, en términos generales, es una actividad riesgosa que se caracteriza por los siguientes aspectos: cultivos de tamaño pequeño (1/2 – 10 ha), dispersos, uso intensivo de mano de obra, altos costos de producción, mercado inestable y variable, carencia de tecnología apropiada, manejo poscosecha deficiente y debilidad empresarial y gremial.

El pequeño y mediano productor realiza siembras de hortalizas pensando fundamentalmente en que, éstas especies son de periodo vegetativo corto, intensivos en el cultivo, de alta demanda y gran expectativa en su rentabilidad, especialmente cuando el agricultor cuenta con suerte de lograr buenos precios
en el mercado.

FRUTAS TROPICALES


Las más conocidas son la piña, el coco, el plátano o banana y la de moda en algunos países, latinos, como Argentina, la maracuyá, o identificada con la fruta de la pasión por algunos Con su gran aporte de vitaminas A y C con una pulpa un poco gelatinosa, desbordante de jugo y con un aroma penetrante, se ha ganado un lugar en los hogares, heladerías y restaurantes.
Pero no son estas las únicas
La Carambola es otra fruta exótica, muy cotizada, conocida también como tamarindo en otros países, o popularmente llamada fruta estrella.
Otra es la Guayaba, con su redondeada forma y su profundo aroma, que las hace sumamente tentadoras
La Chirimoya con su particular sabor agridulce.
Bastante mas conocido es el mango, llamado el melocotón de los trópicos, con su hermosos color interno, con mucho betacaroteno, identificado como de los frutos más finos que da el trópico.
Y la lista puede seguir, ya que la variedad es mucha.
Es muy interesante también la veta que esta viendo Colombia. ¿Cual es? Los productos ecológicos, que cada día mas gente aprecia, por su forma de cultivo, por la manera de protegerlo de químicos agresivos, y porque en definitiva son aún mas saludables y sabrosos.
Así que los mismos productos que se hacen con cultivo industrializado, se pueden hace con el cultivo ecológico, que es más caro, pero es para gente que sabe lo que busca, y es un mercado exigente.
¡Así que a aprovecharnos de las saludables frutas del trópico y en especial, de las colombianas!



AGRICULTURA DE SUBSISTENCIA


La agricultura de subsistencia es un modo de agricultura en la cual una parte de la tierra produce sólo lo suficiente para alimentar a la familia que trabaja en ella. Comúnmente, a las extensiones de tierra con dicho fin se les llama Conuco. Dependiendo del clima, condiciones de suelo, prácticas agrícolas, cultivares, crecimiento del cultivo, estatus de tenencia de la tierra y facilidades para mercadeo, se requiere generalmente entre 1.000 y 40.000 m2 (de 0,1 a 4 ha) por persona. En algunas áreas del trópico húmedo en Sudamérica, una explotación de ganadería extensiva de subsistencia puede requerir entre 15 y 20 ha/cápita o más.

En general, la agricultura de subsistencia se concentra en un número limitado de cultivos de ciclo corto (anuales o semianuales), estacionales, con períodos de fructificación sincrónicos en el área del cultivo. Los incrementos cíclicos de oferta durante las cosechas deprimen los precios y el agricultor que no puede consumir todo, pierde su producción. Esta situación es más crítica cuanto más perecedero sea el producto y más costoso su transporte a las áreas de consumo.
Esta constelación de limitantes fuerza a los agricultores de subsistencia a optar por los cultivos ilícitos (coca, marihuana y amapola), para los cuales hay una demanda estable y aún creciente y excelentes precios al por mayor y al detal, determinados por la ilegalidad, situación que hace de ellos casi que la única salida sostenible. Estas características, igualmente dificultan su reemplazo y erradicación y son causa complementaria de los grandes conflictos sociales del campesinado en la América Latina, particularmente en Colombia, Perú, México y Bolivia
La agricultura de subsistencia, por definición, produce únicamente suficiente alimento para sostener a sus agricultores a través de su actividad diaria normal. El buen clima puede ocasionalmente permitirles producir un excedente para venta o trueque, pero los excedentes son raros. Por ello, la agricultura de subsistencia no permite crecimiento, acumulación de capital o aún de mucha labor especializada. La familia agricultora dispone prácticamente sólo de las herramientas o bienes que puede producir por sí misma.

AGRICULTURA ORGANICA


La agricultura ecológica, o sus sinónimos orgánica o biológica, es un sistema para cultivar una explotación agrícola autónoma basada en la utilización óptima de los recursos naturales, sin emplear productos químicos de síntesis, u organismos genéticamente modificados (OGMs) -ni para abono ni para combatir las plagas-, logrando de esta forma obtener alimentos orgánicos a la vez que se conserva la fertilidad de la tierra y se respeta el medio ambiente. Todo ello de manera sostenible y equilibrada.

Los principales objetivos de la agricultura orgánica son la obtención de alimentos saludables, de mayor calidad nutritiva, sin la presencia de sustancias de síntesis química y obtenidos mediante procedimientos sustentables. Este tipo de agricultura es un sistema global de gestión de la producción, que incrementa y realza la salud de los agrosistemas, inclusive la diversidad biológica, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo. Esto se consigue aplicando, siempre que sea posible, métodos agronómicos, biológicos y mecánicos, en contraposición a la utilización de materiales sintéticos para desempeñar cualquier función específica del sistema. Esta forma de producción, además de contemplar el aspecto ecológico, incluye en su filosofía el mejoramiento de las condiciones de vida de sus practicantes, de tal forma que su objetivo se apega a lograr la sustentabilidad integral del sistema de producción agrícola; o sea, constituirse como un agrosistema social, ecológico y económicamente sustentable.
La agricultura biodinámica, la permacultura, la agricultura natural, la agricultura indígena, la agricultura familiar, la agricultura campesina, son tipos de agricultura natural que buscan el equilibrio con el ecosistema, son sistemas agrícolas sostenibles que se han mantenido a lo largo del tiempo en distintas regiones del mundo buscando satisfacer la demanda de alimento natural y nutritivo a las personas y los animales, de manera que el agroecosistema mantenga el equilibrio.

Al contrario de lo que se pretendió demostrar acerca de que la agricultura ecológica favorecía la deforestación del planeta debido a que se necesita una mayor explotación del terreno para alcanzar los resultados de la agricultura convencional(se hablaba de que los resultados eran 3 veces inferiores), numerosos estudios (más de 200 estudios en los Estados Unidos y Europa) han logrado confirmar que las explotaciones de agricultura ecológica tienen un rendimiento de 80% comparado con la agricultura convencional. Esto se ejemplifica bien a través de un estudio de siete años llevado a cabo en el distrito de Maikaal en la India. Con él se estableció que el promedio de producción de algodón y maíz fue un 20% mayor en las granjas de agricultura ecológica que en las explotaciones convencionales. Otro ejemplo sería un estudio realizado en 20 países del África subsahariana donde los rendimientos aumentaron en un 214% en 44 proyectos usando técnicas de agricultura ecológica, un dato muy superior a lo que jamás logró ningún cultivo genéticamente modificado


AGRICULTURA URBANA

La agricultura urbana o periurbana es la practica de una agricultura (con cultivos, ganados, pesca, y forestación) dentro o en los alrededores del área urbana.
La tierra usada puede ser privada residencial, balcones, paredes o techos de edificios, calles públicas o márgenes y antiguos sotos deforestados de los ríos.
La agricultura urbana se practica para actividades de producción de alimentos. Contribuye a la seguridad alimentaria y a alimentos seguros de dos maneras: incrementando la cantidad de alimentos disponibles para los habitantes de ciudades, y 2º provee vegetales y frutos frescos para los consumidores urbanos.

Debido a que promueve el ahorro de energía la producción local de alimentos, la agricultura urbana y periurbana son actividades de sostenibilidad. También plantea otro tipo de problemas y conflictos sociales, derivados por ejemplo de la utilización de terrenos privados abandonados para la ubicación de "huertos familiares" clandestinos. También estas actuaciones incontroladas pueden plantear problemas derivados de la falta de calidad de las aguas utilizadas para el riego, a menudo aguas residuales. Requiere además de un tipo de gestión que va más allá de los agronómico o incluso lo social, pues pasa a ser un aspecto de la ordenación urbanística.

Economías locales

 

La producción localizada de alimentos en areas urbanas y peri-urbanas crea economías locales fuertes al crear puestos de trabajo. Algunos investigadores indican que estos centros de producción deberían reducir la tasa de desocupación en pueblos y grandes ciudades. Algunas escuelas como Waldorf ya incorporaron el tema a su plan de estudios. Los proyectos de agricultura urbana están comenzando a abrir un nuevo mercado laboral en áreas que han sido afectadas negativamente por subcontratación de trabajos.

Eficiencia energética

El sistema de agricultura industrial actual se caracteriza por altos costos energéticos debido a la necesidad de medios de transporte. La energía utilizada para transportar alimentos se reduciría drásticamente si las ciudades produjeran sus alimentos de forma local.

Calidad alimentaria

A pesar que el aroma y el gusto de los productos locales son subjetivos, muchos participantes de la agricultura urbana reportan que prefieren el sabor de esos productos locales, o alimento orgánico, que los de la producción industrial. También, la agricultura urbana apoya una producción más sustentable de alimentos que intenta hacer decaer el uso de pesticidas peligrosos. Los agricultores urbanos y locales también eliminan la necesidad de conservantes, ya que sus productos no tienen que viajar largas distancias.

HISTORIA DE LA AGRICULTURA


La agricultura es el arte del cultivo y explotación de la tierra con el objeto de obtener productos con fines humanos o con destino a los animales domésticos.
Existen variadas disciplinas y toda una infraestructura agrícola, científica e industrial alrededor de estas actividades. Se incluyen en estas prácticas el estudio, acondicionamiento de las tierras, cultivo, desarrollo, recolección, transformación, distribución, etc.
Se trata de una actividad muy antigua, con origen en la prehistoria, y es actualmente un sector económico indispensable y fundamental en la alimentación mundial.
Se estima que la agricultura se ha desarrollado desde hace unos 8.000 a 10.000 años. Desde entonces todos los pueblos de la Tierra han reconocido el valor que las plantas cultivadas tienen para la alimentación humana y de los animales domésticos.
Algunos vegetales se han hecho tradicionales en muchos países, e incluso en determinados de ellos se han convertido en monocultivos, y en la fuente más importante de ingresos.
Entre las variadas producciones agrícolas, se distinguen algunos productos muy importantes para el ser humano, tales como los cereales, trigo, maíz, centeno, arroz, caña de azúcar, remolacha azucarera, aceite, verduras y frutas.
En cuanto a la alimentación animal, son importantísimos los piensos a base de granos de la soja, maíz forrajero y sorgo.
No todas las producciones agrícolas tienen valor alimentario, también existen numerosos cultivos dedicados a producir materias para la industria, tales como el caucho, semillas oleaginosas para fabricar pinturas o compuestos químicos sintéticos, plantas para la obtención de fibras, etc.
Se reconoce el valor de la agricultura al comprobar que casi la mitad de la población mundial se dedica a esta actividad, aunque es cierto que su distribución es muy variable. Así, mientras que en África y Asia superan el 60 por ciento de la población, en los Estados Unidos y Canadá apenas alcanza el 5 por ciento. Por su parte, en América del Sur la población dedicada a estas tareas es casi la cuarta parte; en Europa Occidental supone alrededor del 7 por ciento; y en los países de la Federación Rusa y los englobados en la antigua Unión Soviética alcanza el 15 por ciento.
Tipos de agricultura
En el neolítico se practicaba una agricultura itinerante (y que todavía hoy practican algunos pueblos primitivos), que consistía en abandonar las tierras una vez han sido agotados sus recursos y buscar nuevos suelos productivos. Actualmente la agricultura ha evolucionado hasta alcanzar carácter industrial, donde la ingeniería genética, química y tecnología mecánica juegan papeles fundamentales.
Se distinguen varios tipos de agricultura:
Extensiva
La agricultura extensiva es aquella en la que se realizan labores sencillas, y en los que se emplean abonos orgánicos, como estiércoles, prescindiendo totalmente de los fertilizantes artificiales. Es un tipo de agricultura defendible desde el punto de vista ecológico, pues la tierra no suele estar sujeta a la presión que imprimen otras actividades, como la agricultura intensiva o industrial.
Intensiva o industrial
La agricultura intensiva o industrial es aquella en la que se realizan labores complejas, y que depende totalmente de fertilizantes artificiales para su óptimo desarrollo. Los suelos producen habitualmente de forma continuada, lo que implica la necesidad de restituir también continuamente los elementos minerales que ya fueron asimilados por las plantas; esto supone tener que enfrentarse a la larga a variados problemas medioambientales, derivados no sólo del frecuente uso de productos químicos, sino también de la imperiosa necesidad de asegurar las cosechas contra plagas y enfermedades mediante pesticidas, herbicidas, etc., que pueden terminar finalmente introduciéndose en la cadena alimenticia.
Biológica
La agricultura biológica nació para dar respuesta a los problemas planteados por la agricultura intensiva. Se trata de una actividad cada vez más demandada por los consumidores, respetuosa con el medio ambiente y la salud. Este tipo de agricultura recurre a métodos naturales para luchar contra las enfermedades y plagas, y rechaza la utilización de pesticidas y fertilizantes sintéticos.
Parcelaria
La agricultura parcelaria está limitada a superficies dispersas y reducidas. Existen muchas regiones en el mundo que por sus características orográficas están dedicadas a este tipo de agricultura. Un ejemplo son los andenes o terrazas andinas prehispánicas y que aún existen en la altiplanicie guatemalteca, donde se cultiva maíz, alubias y calabazas; y café en las zonas más bajas de las laderas.
Monocultivo
La agricultura de monocultivo es una actividad que está especializada en un único producto. Aunque los agricultores de subsistencia de todo el mundo suelen cultivar variados vegetales, no suele ser así en el caso de las grandes explotaciones de carácter comercial. Así, muchas explotaciones producen sólo café, té, cereales, cacao, o caucho. Un ejemplo es la dependencia de Tailandia del arroz, que es uno de los mayores productores del mundo de esta graminácea; o Sri Lanka, que depende enteramente de la producción de té.
Cuando se dedica una superficie a la producción de una sola especie, suele proporcionar mayores beneficios económicos, ya que se simplifica la gestión del suelo, la producción y su comercialización. Sin embargo, puede dar lugar a la concentración de plagas que, aunque habitualmente suelen ser controladas, pueden en ocasiones producir la devastación y pérdida de la producción. La diversidad de cultivos es una ventaja contra este problema, pero está limitada por las características de los suelos, clima, y otros factores de carácter económico.
Desde el Neolítico
Se estima el origen de la agricultura en el Neolítico. Este periodo, que es el segundo de la Edad de Piedra (de ahí "Neolítico" o "piedra nueva"), se sitúa aproximadamente hace unos 8.000 a 10.000 años.
La vida social de esa época comenzaba a estabilizarse tras el periodo de adaptación del Mesolítico en cuanto a costumbres y tradiciones, y se iba alejando progresivamente de la vida nómada del cazador-recolector. Básicamente se dedicaban al pastoreo, domesticación de animales, confección de tejidos, modelación de cerámicas y cultivo de la tierra. Fue no obstante una época de cambios revolucionarios en las formas de vida.
Las culturas neolíticas más importantes aparecieron en Oriente Medio y la península Balcánica. La agricultura ocupó sobre todo un lugar preeminente en las civilizaciones china, hindú, egipcia y mesopotámica.
Los primeros agricultores ocuparon variadas regiones: Irán, Irak, Jordania, Israel, Siria, Turquía, Sureste asiático (Tailandia), África (Egipto, a lo largo del río Nilo), Europa (Macedonia, márgenes del río Danubio), China (río Amarillo), India y Pakistán (valle del río Indo), México, etc.
Antes del desarrollo de la agricultura y el pastoreo, hace unos 15.000 a 10.000 años, la forma de subsistencia en todo el mundo era, fundamentalmente, la caza, pesca y recolección de frutos silvestres. Hoy en día, todavía existen antiguos pueblos que sobreviven aprovechando recursos naturales como los citados, así como semillas, tubérculos comestibles, miel, setas, etc., ejemplo de algunos pueblos y etnias significativas de Alaska, Canadá, Amazonia, Australia, y otros apenas conocidos y desperdigados por numerosos países como Kenia, Tanzania, Etiopía, Venezuela, Filipinas, Indonesia, Tailandia, Malasia, etc.
En cualquier caso, se trata de grupos poco numerosos que apenas suponen un riesgo para el equilibrio del hábitat que ocupan, en lo que respecta a sus actividades predadoras o recolectoras y el mantenimiento de la diversidad biológica.
Las características actuales de los pueblos cazadores-recolectores que han tenido poco contacto con otros pueblos más avanzados, no deben ser muy diferentes de sus antecesores del Neolítico en cuanto a la forma de vida y organización social. Por ello, el aislamiento de esos pueblos nos da una visión aproximada de como funcionaban aquellas comunidades, sólo desvirtuada en aquellos casos en que se produjeron contactos externos, que generaron cambios en los hábitos de vida, así como en la cultura y tradiciones propias.
Aquellas comunidades de cazadores-recolectores de la antigüedad que se mantuvieron aislados, demuestran unos valores de solidaridad muy acusada. Así, predomina la igualdad entre sexos, se respeta extraordinariamente la opinión de los ancianos, existen importantes lazos entre padres e hijos, y, sobre todo, existe un fuerte arraigo comunitario.
Todo ello está fomentado por la necesidad de repartir los recursos disponibles entre todos los miembros de la comunidad, con objeto de asegurar la supervivencia de todo el grupo. Todos estos valores sociales van cambiando conforme las comunidades más aisladas toman contacto con otras más poderosas o de mayor nivel económico, o debido a las influencias o contaminación de su cultura o estilo de vida.
Primeros sedentarios
Las primeras sociedades sedentarias, es decir, ligadas a una vivienda estable, favorecieron el desarrollo de asentamientos permanentes, así como de nuevas técnicas y materiales para cocinar y almacenar alimentos.
Las técnicas neolíticas consistían en pulimentar la piedra en vez de tallarla, con lo que se conseguían nuevas formas y acabados. Más importante que la pulimentación fue la aparición de la cerámica hace aproximadamente 8.000 años a.C., un hecho sin duda influido por la necesidad de almacenar las cosechas sobrantes y cocinar los alimentos, lo que supuso una mejora notable en el régimen nutricional. De esta época son también las técnicas de la cestería con hilos finos, y la confección de tejidos con determinadas fibras vegetales o lana de oveja.
Revolución neolítica
La agricultura fue, probablemente, una necesidad impuesta por los nuevos condicionamientos poblacionales y medioambientales. Es asumible la existencia de una escasez de la caza, pesca y recolección, a causa de un aumento de población tras la última glaciación, y que forzó a los cazadores-recolectores a buscar espacios permanentes y estables, sólo así se comprende que una vida tan fácil como es la de recoger los frutos que la naturaleza produce de forma natural, fuese abandonada progresivamente por otra forma de vida mucho más dura como es la del agricultor, donde se requiere un considerable esfuerzo para la preparación de la tierra, siembra, control de las malas hierbas y recolección de las cosechas.
Hace unos 7.000 años a.C., los cazadores-recolectores ya conocían de sobra cómo funcionaban los ciclos de la vida de los vegetales y animales, no en vano llevaban alimentándose de ellos desde hacía miles de años, así que no les sería difícil adaptarse a las nuevos tiempos.
La evolución de la agricultura no se produjo de forma inmediata, sino que fue un proceso gradual a partir de las actividades de recolección, caza y pesca, las cuales todavía hoy en día son practicadas por algunos pueblos primitivos, y se ha ido estableciendo muy probablemente a partir de la domesticación de animales.
Existen evidencias de que las explotaciones se realizaban de forma mixta, combinando cultivo y cría de animales. La domesticación cumplía dos funciones básicas: garantizar el suministro de carne sin depender de la caza, y la utilización de los animales como fuerza de tiro.
Se sabe por hallazgos arqueológicos que el perro fue el primer animal doméstico hace 8.000 años, y con posterioridad lo fueron la oveja, el buey y el cerdo. Se produjo así una "revolución neolítica", al descubrirse la agricultura y la domesticación de animales como un perfecto combinado para sobrevivir dentro de las nuevas formas de vida sedentarias. 

Las nuevas actividades económicas basadas en la agricultura, exigieron de los incipientes agricultores su permanencia en un lugar fijo para cuidar de los cultivos.
Por yacimientos arqueológicos se sabe que los primeros poblados neolíticos se establecieron en el Próximo Oriente hace unos 8.000 años. Se trataba de pequeños grupos de casas adosadas de dimensiones muy parecidas entre sí, construidas por lo general con piedra, madera y paja mezcladas con barro cocido; no disponían de calles y casi siempre estaban rodeados por una zanja o empalizada para protegerse de posibles agresiones externas. En el Neolítico se formaron importantes poblaciones, como Jericó, que alcanzó las 2.000 personas.
En esta época pudo propiciarse la aparición de un incipiente comercio mediante el trueque e intercambio, basado en la existencia de excedentes alimenticios. Así, los granos de cereales que sobraban de las cosechas se intercambiaban por otros de los que se carecía, ejemplo de la sal, que fue uno de los primeros productos que entraron a formar parte del comercio.
Nuevas creencias religiosas
En las nuevas sociedades sedentarias basadas en la agricultura, nacieron nuevas formas de religiosidad influidas por los diferentes fenómenos que observaban en el curso de sus actividades. Así, relacionaban como hechos atribuibles a algún tipo de divinidad determinados fenómenos naturales, como la pérdida de cosechas ante una climatología adversa, falta de fertilidad de la tierra, cosechas malas o escasas, etc. Este hecho queda patente en variadas pinturas y grabados, donde se representan a hechiceros durante sus ritos o ceremonias religiosas.
Los primeros cultivos
Los arqueólogos pueden distinguir si los cereales hallados en un yacimiento son recolectados de especies nacidas espontáneamente o cultivados.
Por las pruebas halladas en excavaciones de Oriente Próximo que datan de hace unos 19.000 años, se estima que en esa región se recolectaban formas silvestres de cereales (no cultivadas previamente), como cebada y trigo, además de otras plantas y frutos. Por la riqueza de la fauna identificada, se deduce la existencia de una forma de vida basada en la recolección, la caza y la pesca.
Los estudios arqueológicos apuntan a que entre los 12.000 y 10.000 años estas prácticas se intensificaron como una costumbre; en yacimientos del Próximo Oriente se han encontrado granos de trigo cultivado que ya pertenecen al sexto milenio a.C., indicativo de que la costumbre terminó por convertirse en cultivos programados o intencionados.

Los primeros granos cultivados fueron  el mijo y sorgo en el norte de África; arroz en la India y China; y maíz en América; en este último (México y otros países del continente americano) se conoce la existencia hace unos 8.000 de la producción de calabazas para la alimentación y construcción de vasijas.
En cuanto a Europa, se extendieron el trigo, cebada y centeno, probablemente introducidas desde Asia. Así, mediante datación del carbono 14 se sabe que en China, hace unos 8.500 a 7.000 años, se cultivaba el mijo y la col. En general el arroz, mijo, y variados cereales, ya se cultivaban en el este y sur de Asia, extendiéndose el arroz a Corea y Japón hace unos 4.000 años.
Otro cultivo de gran importancia en la cuenca mediterránea, como es el olivo, es probable que ya se realizase hace unos 8.000 años.
Las primeras herramientas
Las primeras herramientas utilizadas en las tareas agrícolas del Neolítico eran básicamente las mismas que utilizaban en el Paleolítico para recolectar raíces, las cuales estaban construidas de madera y piedra. Posteriormente, mediante piedras afiladas, sílex, hueso, y maderas más o menos torneadas se armaron azadas para cavar la tierra, hoces para recoger el grano, e incluso arados rudimentarios a base de ramas de árboles convenientemente modificadas para levantar y voltear la tierra a mano, con objeto de prepararla para la siembra. Posteriormente, se adaptó el arado para ser tirado por animales.
La agricultura en movimiento
Como ya se ha dicho, durante el neolítico se fueron estableciendo sociedades sedentarias, que se alejaban progresivamente de las actividades típicas de los pueblos nómadas cazadores- recolectores, para dedicarse a la agricultura. No obstante, muchos asentamientos con intención de permanentes tenían que ser abandonados periódicamente, ya que los campos perdían su fertilidad por sobreexplotación, obligando a esos pueblos a realizar una agricultura itinerante.
En determinadas regiones de Europa, allí donde no existían tierras de labor para colonizar, se aclaraban los bosques talando e incendiando a continuación, dejando así un campo fértil para la producción agrícola el cual, tras sucesivas cosechas, iba perdiendo esa capacidad quedando exhausto a los pocos años, obligando a los agricultores a levantar de nuevo los asentamientos y buscar nuevas tierras o bosques para aclarar, al desconocerse otros sistemas de conseguir abonos. Otros asentamientos, como los que se concentraban a lo largo del Nilo, mantenían la producción de las tierras durante mucho más tiempo, gracias a los limos que el río iba depositando en sus márgenes, y que servían de abono para los campos próximos en cada temporada.
Las nuevas civilizaciones agrícolas
Las innovaciones agrícolas que se llevaron a cabo durante el neolítico concluyeron prácticamente con la introducción de los metales. A partir de entonces se inició un periodo histórico donde las nuevas civilizaciones agrícolas tendieron a mejorar las técnicas ya conocidas, especialmente las herramientas, y a establecer esfuerzos cooperativistas. En este periodo destaca Roma por su importante literatura sobre temas agrícolas, pero no fue menos importante la agricultura de Mesopotamia, Egipto, China y la India.
Roma
Roma fue un referente importante, no sólo por la forma de gobierno, estructura social y económica, y la aplicación del derecho, sino también por el conocimiento de los temas agrícolas y la arquitectura aplicada a esa actividad.
Se estima que el imperio romano comenzó precisamente basado en una sociedad rural de agricultores sin ninguna relación cooperativa que alcanzó su máximo desarrollo durante la era cristiana, para convertirse de una sociedad rural a otra fundamentalmente urbana.
Las normas y el derecho romano, muy precisos en cuanto a las propiedades rurales, lindes, comunidades de aguas, etc., eran aplicables a todos los ciudadanos y alcanzarían a numerosos pueblos que constituyeron un imperio extendido por todo Occidente.
La agricultura romana también tenía su referente religioso. Existían variadas divinidades protectoras que se ocupaban de que las tierras fueran fértiles y las cosechas abundantes. Algunos pequeños dioses tenían misiones específicas, tales como cuidar de la siembra, la semilla, la espiga, etc.
Organización social
La organización social de Roma se basaba en el poder económico y estaba dividida en clases. La primera gran división comprendía dos grupos: los esclavos y los hombres libres.
Esclavos
Los esclavos eran en Roma personas sin derecho alguno. A ellos se destinaban los trabajos más penosos, como los agrícolas o los desarrollados en minas y canteras. Podían ser vendidos, cedidos, o legados en herencia, y sólo podían adquirir la libertad con permiso de sus dueños. Con el cristianismo se alivió su situación mediante leyes que prohibían actos bárbaros, como ser arrojados a las fieras sin resolverlo un juez.
Hombres libres
Los hombres libres eran los ciudadanos, los cuales estaban a su vez divididos en dos clases, los patricios y los plebeyos.
Los patricios fueron los primeros en gozar de todos los derechos y desempeñar cargos públicos; a esta clase pertenecían los nobles y ricos terratenientes, que se reservaban los puestos más relevantes del ejército y la administración; y los caballeros o equites, que eran comerciantes de fortuna o financieros, también con cargos en la administración o el ejército pero de menor responsabilidad.
Por su parte, los plebeyos eran aristócratas que desde los primeros tiempos se enfrentaron a los patricios por una igualdad tanto jurídica como política, no conseguida en su totalidad pero con algunos significativos triunfos, como el derecho a realizarse matrimonios entre ambas clases o desempeñar cargos públicos, y que más tarde daría lugar a una forma de cooperación de los patricios con los plebeyos más ricos para el reparto del poder.
Otros plebeyos pobres, los proletarios, tenían como única riqueza sus hijos (de ahí lo de prole). Entre el siglo II y I a.C. estos proletarios constituían una población importante, motivado por el crecimiento de los latifundios y el empobrecimiento de los agricultores que no poseían tierras en propiedad; sobrevivían vendiendo el voto al que tenían derecho y con las asignaciones gratuitas de alimentos.
Economía
La economía de Roma estaba basada en la explotación de los recursos naturales y el trabajo de los esclavos, que estaba centrado en la agricultura y la ganadería. Los romanos fueron innovadores en el desarrollo de técnicas aplicadas a la agricultura, tales como el regadío, drenaje de tierras, abonado, barbecho, rotación de cultivos, etc. Los cultivos principales eran los cereales como el trigo, el olivo y uno de los más apreciados, la vid.
Las tierras cultivables, bosques y pastos, las cuales pertenecían al Estado, eran al principio explotadas por esclavos prisioneros de guerra y supervisados mediante capataces. Posteriormente, conforme escaseaba la mano de obra cautiva, se iban arrendando las tierras a agricultores particulares, los cuales pagaban a los propietarios en especie con una parte de la producción. Este sistema feudal ya estaba firmemente establecido en la villa romana 400 años d.C. El modelo económico estaba centralizado en Roma, y desde allí se imponía a todo el imperio.
La práctica de arrendar las tierras provocó grandes latifundios y el empobrecimiento de los pequeños agricultores propietarios (no esclavos). La mayoría de las tierras eran propiedad de senadores; alrededor del año 218 a.C. la Lex Claudia les prohibió que se dedicaran a cualquier otra actividad que no fuera la explotación de sus tierras.

Los ingresos del Estado tenían varias procedencias: impuestos de las provincias que cobraban los publicanos; venta o arrendamiento a particulares de las tierras anexionadas durante las conquistas (ager publicus); y arrendamiento privado de la explotación de las minas con determinados recursos, como la sal. Toda la hacienda era gestionada por el Senado, que elaboraba un presupuesto, y cuyos ingresos y distribución controlaban los censores y cuestores.
Los romanos se distinguieron también por sus obras públicas; calzadas, puentes, anfiteatros, termas, acueductos, etc., proliferaban por toda Roma y en general por todas las ciudades del imperio. Cabe destacar que algunos puentes y calzadas todavía hoy se mantienen en pie e incluso pueden utilizarse con seguridad. En lo que respecta a la agricultura realizaron robustas obras arquitectónicas; uno de los ejemplos más significativos es el acueducto de Segovia, España, que sufre ahora la abrasión de la contaminación, y paradójicamente ha soportado estoicamente todo tipo de inclemencias en el transcurso de los siglos.